O TESTE - PARTE II
- Eva Ribeiro
- 6 de ago. de 2022
- 8 min de leitura

- Não entendo. – Digo no mesmo tom esperando uma resposta dele.
- Espera um pouco, já venho. – E levantou-se e vi-o afastar-se de mim. Percebi que ia buscar alguma coisa para eu ver. E enquanto esperava por ele levantei-me e voltei a entrar na água e a molhar-me, regressando pouco depois ao local onde me encontrava e vendo já o Ivan vir ao meu encontro com algo numa das mãos. O meu olhar depois procura-te e naquele momento vejo-te por cima dela a dar as últimas estocadas e ouço-a gemer bem mais alto, provavelmente a ter um orgasmo ou estando muito perto de um.
- Toma. É para vocês. – Diz, entregando-me um envelope preto que recebo e para o qual fico a olhar durante algum tempo.
- O que é? – Pergunto, tentando saciar a curiosidade que sinto em ver o que tem dentro do envelope. Sei que vou esperar por ti, mas sei que Ivan não me vai dizer mais nada.
E nesse momento passas por mim, dás-me um beijo rápido e entras dentro de água, voltando dali a instantes. Aproximas-te e não entendes o silêncio que entretanto se instalou entre nós.
- Está tudo bem Luísa? – E subitamente assumes uma atitude protetora que não reconhecia.
- Sim, está. O Ivan entregou-nos isto. – Disse mostrando-te o envelope preto.
- O que é? – Perguntaste-lhe.
E neste momento Belén aproxima-se também e procura a mão de Ivan.
- Foi um prazer conhecer-vos, de verdade. E aí dentro. – Disse, apontando para o envelope. – Estão todas as indicações que precisam….
6-0-9-2-2-3-8-1-4… piiii… piiii… piiii… piiii… piiii...
- Nao responde? - Me preguntaste mientras colocabas la mano sobre mi pierna.
Al tiempo que volvía a colocar tu mano sobre el volante, te hice un gesto para que volvieras a mirar al frente.
- ¿Sí?
- Hola, buenos días… vamos a ver… me acaban de dar este número de teléfono y…
- ¿Quién se lo ha dado? - Me interrumpió bruscamente una voz que ahora podía identificar como femenina.
- Bueno, él nos dijo que se llamaba Iván… y ella Belén.
- Bien, Iván… pero ¿Iván no les ha comentado nada? Quiero decir, usted no sabe a dónde está llamando ¿Es así?
- Pues no. En realidad no lo sé.
- Entonces, si no sabe a dónde llama ¿Porqué lo hace?
Empezaba a sentirme incómodo con el tono frío y de superioridad de la mujer que tenía al otro lado de la linea telefónica.
- Pues… no sé… porque él nos dió el número y… el caso es que me pareció que…
- O sea, que no sabe a dónde está llamando y tampoco sabe porqué lo hace. En fin, buenos días y… - Volvió a interrumpirme, ahora con intención de cortar la conversación y con un tono de burla y aburrimiento que todavía me molestó más.
- Mire señorita, tiene usted razón, soy un pobre idiota que sabe de muy pocas cosas. Lo único que sé es que, poco antes de darnos este número, mi polla estaba bien metida dentro del coño de Belén y mi mujer tenía la vagina llena del esperma de Iván. - En muy pocas ocasiones pierdo la compostura, pero aquella conversación me estaba tocando los cojones… - Y también sé que él dijo que habíamos pasado la prueba y que este número de teléfono estaba dentro del sobre negro que nos dió antes de irse. Si con esto no le sirve… ya puede irse usted a tomar por el culo. Señorita.
No esperabas aquella reacción por mi parte y tampoco la larga pausa que siguió… durante un instante apartaste la vista de la carretera y me preguntaste extrañada con los ojos muy abiertos…
- O que aconteceu?
- Shhh… espera… - Te susurré apartando el teléfono de la boca.
- Escuche con atención: Urbanización Montepríncipe, Calle de las Adelfas nº 5, Boadilla del Monte, Madrid. Nos reunimos el primer sábado de cada mes a partir de las 18 horas. No necesitan ni password ni vestir de etiqueta. Eso sí, les ruego discreción y que sean puntuales. Esperamos verles pronto.
La “Pensión Fernanda” era un pequeño negocio familiar, como la mayoría de los de Odeceixe. La habiamos elegido, por el precio y, sobre todo, por la buena sensación que nos causó la señora Fernanda cuando entramos a preguntar si tenían habitaciones.
- ¿Qué te parece? No está mal para ser el primer día… jejeje… Isto foi chegar e encher. Dije mientras cerraba la puerta de la habitación nº4.
Nos aseamos y nos pusimos guapos con la intención de salir a cenar a un restaurante que habíamos visto muy cerca de la pensión. Al pasar por delante de la recepción me dí cuenta de que allí no estaba la señora Fernanda; en su lugar había una chica de unos venticuatro o venticinco años, pelo negro, guapa… pero no demasiado, 1,60m más o menos, piel clara, labios carnosos y llena de curvas... mientras pasabamos a su lado la miré con ojos de cazador… ella también nos siguió con la mirada… lo segundo que pensé es si tú estarías pensando lo mismo que yo.
Al cruzar la puerta de la pensión nuestras miradas se cruzaron y enseguida salí de dudas: estabas trincando o labio.
- Dentro ou fora?
- Si no te importa, me gustaría cenar fuera.
- Fora então.
Aunque hacía un poco de fresco, la temperatura no dejaba de ser agradable. Además, la sensación de estar de vacaciones y en un sitio especial… mucho mejor fuera.
Cenamos un pescado típico de la zona regado con un buen vino del Alentejo. Todo muy sabroso. Durante la sobremesa te llamaron la atención mis continuas miradas hacia algo que tenías a la espalda… y volviste la cabeza para ver qué era aquello que me parecía tan interesante.
De un vistazo examinaste el resto de mesas de la terraza… un par de matrimonios mayores, una pareja más o menos de nuestra edad pero poco o nada atractiva, una mesa con tres chicos que parecían del pueblo, dos o tres mesas vacías… nada digno de interés. Cuando ya estabas a punto de rendirte y preguntarme directamente qué era aquello que tanto me interesaba, te diste cuenta que a unos 20m, cruzando la calle, estaba nuestra pensión… la chica de la recepción estaba de pié en la puerta hablando con una amiga.
- Acho que gostas da menina… - Dijiste mirandome con ojos de gata.
- Si, no está mal… pero no sé… creo que sería perder el tiempo.
En ese momento llegó el camarero con el café, cambiamos de conversación y nos olvidamos por un momento de la chica de la recepción.
Al poco rato el camarero volvió a salir, cruzó la calle y se dirigió hacia donde estaban las dos chicas. Cruzó unas palabras con ellas y se despidió dándole un beso en la cara a nuestra amiga. Después de eso, volvió al restaurante y al pasar junto a la mesa en la que estaban los tres chicos, uno de ellos le dijo provocando las risas de los otros dos:
- Pensa bem o que vais fazer… ainda estás a tempo!
El camarero no les hizo caso y siguió su camino entrando en el restaurante, no sin antes recoger los platos de una mesa que se acababa de quedar vacía.
- A Paula é uma boa menina. Mas acho que é muito… talvez demasiado boa e séria para o João. - Continuó diciendo a sus amigos el chico que antes se había dirigido al camarero.
- Agora já não importa… eles casam dentro de 15 dias… assim que adeus João, adeus. - Y los tres se echaron a reir…
- ¿Ves? Ya te decía yo que era perder el tiempo.
- Tenho que admitir que tens um sexto sentido…
A la mañana siguiente te despertaste más temprano de lo habitual. Supongo que mi pene tuvo algo que ver porque cuando pude darme cuenta de lo que estaba pasando ya lo tenías metido en la boca… fué delicioso despertar de esa manera.
Al poco rato ya estabas moviendo las caderas encima de mí, con la polla bien metida en la vagina.
- Gostaste de cómo me fodía o Iván… verdade? Gostaste de ve-lo? - Me decías al oído
- Si… me gustó muchisimo.
- Pois agora vou baixar á praia… e se o volto a ver… vou pedir-lhe que me foda outra vez.
- Mmmmm… y si ves a Belén dile que me haga una visita. Me gusta… me gusta mucho… Dije mientras metía el pene cada vez con más fuerza dentro de tu coño.
Cuando por fin caimos rendidos uno al lado del otro, miré el reloj y ví que aún era muy temprano. Me acerqué a ti, te abracé y volví a quedarme profundamente dormido. Te levantaste en silencio y bajaste a la playa.
A ti te gusta mucho la playa y el sol, a mí no tanto. A mí me gusta acostarme y levantarme tarde y a ti te gusta todo lo contrario… de modo que, durante la cena habíamos alcanzado un acuerdo satisfactorio para los dos: si hacía buen tiempo, por la mañana bajarías a la playa tú sola mientras yo me quedaba durmiendo. Por la tarde bajariamos juntos a tomar el sol.
Era casi mediodía cuando me metí en la ducha. Sabía que no tardarías mucho y quería bajar a tomar un café antes de que volvieras de la playa.
Mientras me duchaba no pude evitar empezar a tocarme, el agua caliente cayendo sobre mi cuerpo, el recuerdo de lo que habia pasado el día antes en la playa, lo prometedora que había sido la conversación telefónica… lentamente el toque se transformó en masturbación. Entonces escucho que la puerta de la habitación se abre.
- Hmmmm… justo a tiempo. - Pienso mientras cierro el grifo.
Rápidamente me seco un poco, sólo lo justo para no mojar el suelo, y salgo del cuarto de baño desnudo y con una erección terrible.
- Hola Lui… ¡JODER! - La chica de la recepción se quedó mirando fijamente a mi polla con los ojos abiertos como platos.
- Perdón… no sabía… perdón… ví a la señora sair y… lo siento… meu Déus…- Dijo temblorosa en un castellano bastante aceptable.
La pobre chica no sabía donde meterse. Estaba confusa y avergonzada… si, muy confusa y muy avergonzada, pero mientras intentaba excusarse no apartaba la vista de mi erección. La ví tan indefensa y a la vez tan interesada en mi polla que enseguida tomé el control de la situación
- No pasa nada Paula, además ¿Nunca habías visto una polla?
- Si, claro que si… pero ninguna tan…
- Tan… ¿Tan dura?
No dijo nada, no era necesario. Simplemente apartó la vista de mi pene y por primera vez la dirigió hacia mi cara.
- Bueno, no te preocupes. Sigue siendo una polla… más o menos como la de Joao. Pero tú sigue con lo que estabas haciendo que yo me visto ahora mismo.” Dije intentando tranquilizarla.
Todavía estaba un poco nerviosa, pero me obedeció e intentó seguir haciendo la cama… cosa que ni mucho menos entraba en mis planes. En cuanto se agachó para seguir haciendo la cama, metí la mano debajo de su falda… ella no opuso resistencia alguna… estaba mojada… muy mojada.
Muy pronto su ropa interior cayó y pude meter los dedos en su vagina. Hice que se colocara de rodillas encima de la cama, levanté su falda y sin más preámbulos le metí el pene en la vagina. La agarré de las caderas y la penetré con inmenso placer por mi parte… y también por la suya. Estaba tan mojada que a los tres o cuatro empujones ya había alcanzado el fondo de su vagina.
La situación no podía ser más excitante. Tenía a cuatro patas encima de la cama a una buena y respetable chica de pueblo que se iba a casar dentro de 2 semanas. Yo estaba de pié totalmente desnudo; ella, en cambio, estaba tal y como había entrado en la habitación: camisa blanca abrochada hasta el cuello, falda negra y calzado deportivo… la única diferencia era que la ropa interior le colgaba de un tobillo y la falda había subido desde las rodillas hasta acabar arrugada en su cintura.
En esas estaba, metiendo la polla en el coño peludo de la enamorada de Joao, cuando se abrió la puerta de la habitación… y apareció mi enamorada.
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